Los últimos datos oficiales muestran sectores que ya arrancaron y otros que siguen rezagados; las proyecciones de economistas sobre lo que cabe esperar para el año próximo y cómo incidiría la salida del cepo cambiario en el crecimiento
“La recesión ha terminado y el país ha empezado a crecer”, sentenció semanas atrás el presidente Javier Milei, en ocasión del 100º aniversario de la Cámara Argentina de Comercio (CAC). Y los economistas privados coinciden en que la actividad, efectivamente, tocó su piso entre abril y mayo, en el segundo trimestre del año.
Donde hay mayor cautela, sin embargo, es con la segunda parte de la frase ligada a la recuperación, ya que los datos oficiales ratifican esa mejoría, pero en forma parcial.
La “foto de hoy” sugiere que el repunte está apuntalado por rubros vinculados al sector externo, como el agro, la minería y los hidrocarburos, mientras que otros, como la construcción, la industria y el comercio minorista continúan rezagados, a diferente velocidad. “Heterogeneidad es la palabra que resume todo”, sintetizan los economistas consultados por La Nación.
El debate respecto del fin de la recesión se reavivó tras el último relevamiento del Indec. El Estimador Mensual de la Actividad Económica (EMAE) mostró que en septiembre se produjo una caída del 0,3% en relación con agosto. El dato sorprendió a buena parte de los expertos, no solo por la inestabilidad del indicador (un anticipo del PBI) sino también por el comportamiento dispar que se está dando a nivel sectorial.
Sin embargo, si se considera la totalidad del tercer trimestre de 2024 y el recálculo realizado hacia atrás (revisión al alza) puede hablarse de un crecimiento del 3,4%, cifra que corta la racha negativa de tres trimestres a la baja. En la clave de su lectura radican las interpretaciones respecto de si la economía argentina experimenta un rebote, el inicio de una fase de recuperación, o incluso, de un crecimiento sostenido. Ahora bien, en cualquier caso, la incertidumbre es compartida y gira en torno de las características y magnitud de un fenómeno que por ahora tiene un final abierto.
Al desglosarse el nivel de actividad de septiembre se destaca que, con relación a igual mes de 2023, cuatro sectores de la actividad registraron subas según el Indec, sobresaliendo por su incidencia los rubros explotación de minas y canteras (+7,6%) y agricultura, ganadería, caza y silvicultura (+3,1%).
Por otra parte, once sectores registraron caídas en la comparación interanual, entre los que se destacan pesca (-25,2%), construcción (-16,6%), comercio mayorista, minorista y reparaciones (-8,3%) e industria manufacturera (-6,2%), que le restaron 2,7 puntos porcentuales a la variación interanual del EMAE. En tanto, el indicador de septiembre arrojó que la caída total de la actividad económica fue de -3,3% respecto del mismo trimestre de 2023.
Entre las mediciones privadas, el último Indicador General de Actividad (IGA) elaborado por Orlando J. Ferreres & Asociados (OJF) registró en octubre una suba del 0,2% respecto de septiembre en su versión desestacionalizada, y una baja del 0,3% contra octubre de 2023 (con pleno “plan platita”). En el acumulado de los 10 meses, el índice mostró una caída del 4,7% frente al mismo lapso del año último. De todos modos, la lectura que hacen en el estudio es que el avance de octubre afianzó el rebote de la actividad, que ya está un 4,1% más arriba de su punto más bajo tocado en marzo.
Por sectores, el IGA reflejó en octubre que solo la construcción permanece en terreno negativo (-18,1%) en la comparación interanual. La industria (+1,4%) y el comercio (+0,3%) ya abandonaron el rojo.
Ricardo Delgado, presidente de la consultora Analytica, sostiene que “la palabra que resume todo es heterogeneidad entre los sectores. Hay algunos que recuperan razonablemente bien, pero que están todavía muy lejos del nivel de 2023. Los niveles de consumo per cápita de dos insumos centrales de la construcción, como el cemento o el hierro redondo, son similares a los de 2004. Es una foto realmente significativa”.
En la misma línea, Manuel Cerdan, analista de la consultora Invecq, afirma: “La actividad tocó piso en el segundo trimestre y desde ahí comenzó a recuperar a un ritmo moderado, aunque con bastantes heterogeneidades a nivel sectorial. Algunos dinámicos y ligados al sector externo vienen muy bien (hidrocarburos, agro, minería), mientras que otros más vinculados al mercado interno, como la industria o la construcción, están más rezagados y su nivel aún se encuentra por debajo del promedio de la última década”.
Lorenzo Sigaut Gravina, director de la consultora Equilibra, agrega: “Luego de tres trimestres consecutivos de caída (del cuarto de 2023 al segundo de 2024), la recuperación en el tercer trimestre es significativa, pero también muy dispar entre sectores. Sin embargo, el nivel de actividad de este último periodo queda aún 4,5% debajo del pico del PBI del segundo trimestre de 2022″.
En cuanto al sector agropecuario, el economista afirma que muestra un avance sustantivo en la comparación interanual producto de las pérdidas que generó la sequía del año último. Pero aclara: “Los márgenes de rentabilidad se han reducido significativamente por la combinación de una fuerte apreciación cambiaria, precio internacional de la soja y, en menor medida, de granos, en niveles históricamente bajos, y una presión fiscal aún asfixiante (retenciones e impuestos nacionales y provinciales)”.
En tanto, la perspectiva del rubro de los hidrocarburos asoma auspiciosa. “Vaca Muerta ha hecho que reviva la industria de petróleo y gas en la Argentina, convirtiendo un elevado déficit del intercambio energético en un creciente superávit. Más aún, la posibilidad de exportar gas augura una creciente producción en el próximo lustro si los precios internacionales acompañan”, afirma Sigaut Gravina.
Distinto es el caso de la industria y la construcción. “La fuerte caída de la demanda interna más el atraso cambiario -inducido por el Ejecutivo para bajar la inflación junto con el desplome del real- con apertura de importaciones son factores que complican las perspectivas de recuperación de la industria. Asimismo, el desplome de la obra pública junto con un elevado costo en dólares para construir afectan las perspectivas de la construcción, pese a cierto repunte del crédito hipotecario y los precios de los inmuebles”, asegura el director de Equilibra.
El rol de los ingresos
En la óptica de Federico Pastrana, director de la consultora C-P, hay que considerar, además de la mencionada disparidad entre los sectores, “la heterogeneidad de los ingresos y del crédito, que retroalimentan la heterogeneidad productiva”. Y explica: “Los asalariados registrados privados fueron los que mejor pudieron recuperar sus ingresos, aunque ninguno llegó todavía a los niveles anteriores de noviembre de 2023″, analiza.
“Hay dos sectores muy castigados; el primero son los programas sociales, excepto la Asignación Universal por Hijo, que tuvieron una caída muy grande y nunca se recuperaron; y el segundo son los asalariados públicos, que ahora están 17% abajo. Es decir, salvo los programas sociales y las jubilaciones medias y altas, la recuperación es magra y está en niveles muy bajos”, agrega Pastrana.
Delgado también sostiene que hay que considerar lo que está pasando en materia de exportaciones y en el mercado interno. “La fuerte caída de los salarios, de los ingresos de las familias, aun cuando en el sector privado registrado hay recuperaciones, o también de las jubilaciones, no permite movilizar de manera significativa el mercado interno. Y obviamente el gasto público tampoco ayuda. Hay una contracción importante en la inversión pública en particular, y en las jubilaciones, que hacen que obviamente el mercado interno no esté traccionando todo lo necesario”, asegura.
No obstante, los expertos destacan la aparición del crédito como un factor que contribuyó al rebote reflejado en los últimos meses. Miguel Kiguel, director de Econviews, observa que “con la aparición de los créditos en pesos y las cuotas empezó a haber más actividad en los rubros electrodomésticos y venta de autos”. Igual, aclara: “Dado que el consumo es el 80% del PBI, viene muy lento todavía porque el salario no se ha recuperado. Los niveles de empleo no están creciendo para hablar de una recuperación en V. La impresión es que la recuperación va a ser lenta”.
Gabriel Caamaño, socio de la consultora Ledesma, opina en el mismo sentido: “Lo que está empezando es una recuperación de la mano del consumo durable. Para algunos sectores y variables, como el crédito, tiene forma de V, pero para otros es más un rebote y luego una meseta, como en la construcción. E incluso hay sectores que todavía no llegaron a recuperarse. En el promedio se parece más a una recuperación en forma de pipa. Hay de todo, es muy heterogéneo”.
Proyecciones
Ante la consulta de La Nación, los economistas avizoran un horizonte de crecimiento para 2025, con distintas intensidades, y dependiente de dos variables: una baja consolidada de la inflación (el Gobierno calculó un 18% anual en su proyecto de Presupuesto) y lo que ocurra con el cepo cambiario, cuya liberación está cada vez más cerca.
“No vemos una recuperación rápida de la economía para el año que viene. Tasas de crecimiento de 5, 6 o 7% no son viables, básicamente porque no tenemos las divisas necesarias y los compromisos financieros del sector público son desafiantes”, asegura Delgado, cuya última proyección es de una variación del PBI de 3,5/4% para 2025.
“Hacia adelante deberíamos ver una continuación de la actual tendencia al alza. La recuperación de los salarios en un contexto de fuerte desaceleración de la inflación ayudará a recomponer la demanda interna, de la mano del crecimiento del crédito al consumo”, señaló Fausto Spotorno, director de OJF, en el último informe del IGA.
Según Kiguel, la economía va a crecer si la Argentina tiene las reservas suficientes para importar. “Eso va a requerir que el cepo esté relajado. Creemos que con cepo se puede crecer, pero que sin cepo se puede aún más. Sin embargo, quitarlo implica unificar el tipo de cambio, y ese es un proceso que no sabemos cómo va a terminar”, alerta.
Caamaño agrega: “Ahora entramos en fase de recuperación, pero para hablar de crecimiento sería necesario sostener ese movimiento y al menos superar los máximos previos. La diferencia más concreta es que para recuperarte no necesitas invertir mucho más, porque hay capacidad ociosa. En cambio, para crecer se debe expandir el nivel de producto potencial”.
Respecto de 2025, el economista de Ledesma señala que “nuestra proyección es de +3,5/4% para el año que viene en un escenario donde la administracion Milei encara la salida del cepo luego de las elecciones. Si sale antes, puede ser mejor”.
Desde Invecq coinciden también con ese pronóstico y ven a la economía expandiéndose entre 3 y 4%.
Por su parte, Pastrana considera que las proyecciones dependen de si hay estabilización del mercado de cambios: “Si no hay grandes disrupciones creemos que la economía va a crecer en torno del 5% del PBI, e incluso, si la primavera financiera continúa, hasta podría ser más, principalmente por una cuestión de arrastre estadístico porque el primer trimestre fue muy malo”.
El director de C-P también baraja otro escenario, donde se acelere la inflación y suba el tipo de cambio. “Eso entorpecería el proceso, aun con el arrastre estadístico. La vigorosidad del crecimiento está muy relacionada con ese factor que, al fin y al cabo, es la variable llave que tiene el Gobierno hoy y que la está pudiendo controlar. Todo el programa económico depende de la estabilidad cambiaria y financiera, y de la baja de la inflación”, concluye.