Las relaciones bilaterales, al menos aceptables a nivel de cancillerías, vuelven a tomar temperatura por la presencia de Milei en un evento de la extrema derecha en el sur de Brasil
La presencia del presidente argentino, Javier Milei, en un evento de la extrema derecha internacional en el estado brasileño de Santa Catarina, este fin de semana, elevó a la máxima potencia la tensión entre el jefe de Estado y su par de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva.
Hasta ahora, las relaciones bilaterales se venían manejando con cautela por las cancillerías de los dos países, que lograron, por algunos meses, establecer espacios de trabajo y cooperación a pesar de las ofensas de Milei al brasileño en la campaña del 2023-reiteradas recientemente-, y la exigencia de Lula de un pedido formal de disculpas como condición para evaluar cualquier tipo de acercamiento.
En Brasilia, fuentes del gobierno consideran que el presidente argentino es el principal responsable por la crisis bilateral, y que sus ataques a Lula no pueden ser equiparados a la frialdad del presidente brasileño ante algunos gestos de Milei desde que llegó al poder.
Brasil y la Argentina viven hoy la crónica de un desastre anunciado. Basta remontarse al 2023 para entender cómo se llegó al punto actual, en el que el gobierno de Lula está preparado para reaccionar con durezaen caso de que el presidente argentino reitere sus agravios al brasileño en Santa Catarina, al lado del expresidente Jair Bolsonaro.
Ante una ofensa de Milei a Lula en territorio brasileño, la respuesta del Palacio de Planalto probablemente será llamar a su embajador en Buenos Aires, Julio Bitelli, a consultas. Eso no ocurre desde 1906, cuando el entonces canciller de Brasil, el Barón de Rio Branco, considerado el padre de la diplomacia brasileña, convocó al embajador de su país en la Argentina en medio de conflictos desencadenados por la demarcación de fronteras bilaterales.
Medidas diplomáticas
Si la escalada de tensión no cediera, evalúan en Brasilia, el paso siguiente sería retirar al embajador de la Argentina y dejar la embajada en manos de un encargado de negocios. En paralelo, se analizará la situación del nuevo embajador de la Argentina en Brasil, Daniel Raimondi, que llegará la semana que viene a Brasilia.
Raimondi todavía no presentó sus cartas credenciales al presidente Lula y si la crisis no cede, comentaron asesores del presidente brasileño, ese trámite podría demorarse. “Lula no empezó esto, nunca ofendió a Milei y lo máximo que hizo fue no contestar una carta del presidente argentino. No contestar es una manera de contestar, pero eso no puede compararse ni justificar las ofensas de Milei”, comentó una fuente del gobierno de Lula.
En Brasilia no olvidan que Milei invitó a Bolsonaro a su asunción y le concedió tratamiento de jefe de Estado. Las mismas fuentes consideran casi una declaración de guerra la decisión del presidente argentino de no ir a la cumbre del Mercosur y, el mismo fin de semana, asistir a una reunión de la extrema derecha internacional junto al expresidente brasileño. ¿Cómo sería si Lula hubiera ido a la Argentina a hacer campaña por Massa? ¿Y además hubiera ofendido a Milei? Lula jamás atacó al presidente argentino”, insisten las fuentes en Brasilia.
Los esfuerzos que hizo la Argentina son atribuidos por fuentes brasileñas a la canciller Diana Mondino, quien el lunes pasado conversó telefónicamente con su par de Brasil, Mauro Vieira, por iniciativa de Brasil.
La relación entre ambos es buena, y en esa conversación, dijeron fuentes brasileñas, la canciller admitió no haber sido consultada sobre el viaje de su presidente a Santa Catarina con el cual, ampliaron las fuentes, dijo no estar de acuerdo. Vieira, por su parte, expresó preocupación y desagrado por las decisiones del presidente argentino. Pero los cancilleres llegaron a un límite en su capacidad de calmar las aguas.
En los últimos meses, hubo esfuerzos de los dos lados. Brasil apoyó a la Argentina en organismos internacionales como la Corporación Andina de Fomento (CAF), la Organización de Estados Americanos (donde representantes del gobierno de Lula respaldaron una declaración sobre la demanda de soberanía argentina sobre las Islas Malvinas), y envió gas al país a fines de mayo, en momentos críticos para Milei.
Del lado argentino hubo menos gestos, y tal vez el más destacado sea la carta que Mondino llevó a Brasil en su visita oficial, en la cual el presidente Milei proponía una reunión con Lula. Se comenta, también, que el presidente argentino se acercó al brasileño en la cumbre del G-7, en Italia. Sobre ese episodio hay dos versiones: fuentes argentinas dicen que Lula trató a Milei con frialdad y fuentes brasileñas afirman que el presidente de Brasil saludó al argentino cordialmente.
Las dos cancillerías estaban preparando una agenda positiva para la cumbre del Mercosur y algunos pensaron, incluso, en la posibilidad de un primer encuentro entre los dos presidentes. Todo se vino abajo cuando Lula, al ser preguntado en una entrevista, exigió disculpas a Milei. La reacción del presidente argentino no sorprendió, y terminó de minar cualquier posibilidad de acercamiento.
Estado de alerta
Ahora, en Brasilia hay estado de alerta sobre el viaje del presidente argentino a Santa Catarina. Se observará con Lula cada detalle de lo que haga y diga. “Vamos a calibrar la respuesta, en caso de considerar que hay que responder. Hay que manejarse con cuidado, porque tampoco queremos darle munición a los bolsonaristas y alimentar la narrativa de que con Lula no hay libertad de expresión en Brasil. Pero si Milei ofende al presidente de Brasil eso no será tolerado”, aseguró una fuente del gobierno brasileño.
Hay preocupación entre diplomáticos y empresarios de los dos países. Una agudización de la crisis podría impactar en acuerdos comerciales, negociaciones e inversiones. Hay mucho en juego y la sensación en el sector privado, comentaron fuentes, es de que los dos presidentes no están pensando en el impacto negativo de sus acciones.
En este momento, los ojos están puestos en Milei y en su presencia en la cúpula de la extrema derecha al lado de Bolsonaro. Se teme que, envalentonado por los bolsonaristas, el presidente argentino lleve la situación a límites jamás vistos en la historia de las relaciones bilaterales.
“Llamar al embajador brasileño a consultas es algo que no ocurre hace más de 100 años, sería muy grave. Tendremos un fin de semana de mucha tensión”, admitieron en Itamaraty, la cancillería brasileña.
En medio a todo esto, recuerdan fuentes de Brasilia, está la situación de los bolsonaristas prófugos de la Justicia brasileña que están escondidos en Buenos Aires. Decenas pidieron refugio en el país, y la gran duda que existe es qué hará la Argentina cuando lleguen los pedidos de extradición. Será, en medio a la pulseada pública entre Lula y Milei, otra prueba de fuego para la relación entre los dos principales socios del Mercosur.