El arzobispo de Buenos Aires, Jorge García Cuerva, hizo un fuerte llamado a la dirigencia en sus palabras

El arzobispo de Buenos Aires, Jorge García Cuerva, hizo un fuerte llamado a la dirigencia en sus palabras

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Asimismo, apeló al consenso entre la dirigencia y cuestionó los discursos de odio.

El arzobispo de Buenos Aires, Jorge García Cuerva, hizo un fuerte llamado a la dirigencia en sus palabras, cuando criticó los aumentos de sueldos de los funcionarios y legisladores, a la vez que pidió que no se postergue la atención a los más humildes porque esto implicaría “un precio muy alto a pagar”. 

Lo escuchaba desde una ubicación privilegiada el presidente Javier Milei, que lleva adelante una agresiva política de ajuste de las cuentas públicas, y todo su Gabinete, incluido el ministro coordinador, Nicolás Posse, cuyo cargo está en la cuerda floja.

García Cueva dijo que su mensaje buscaba ser un “aporte a la luz de la palabra de Dios”, pese a que algunas de sus frases pudieran ser usadas de forma aislada “para querer alimentar la fragmentación”.

En el primer tramo de su discurso, en tanto, trazó un diagnóstico: dijo que parece haber “manos paralizadas” para el encuentro, para abrazar a los heridos y para ser solidarios en la Argentina.

“Hoy nos ponemos delante de Dios como Nación y le pedimos que nos cure, porque parecemos tener las manos paralizadas para el encuentro que construye fraternidad, para abrazar a los heridos por la soledad y la tristeza, para ser solidarios con los que menos tienen. Y también le pedimos a Dios que nos preserve de las manos manchadas de sangre por el narcotráfico, de las manos sucias de la corrupción y la coima, de las manos en el bolsillo del egoísmo y la indiferencia”, dijo el arzobispo.

Y basándose en un pedido de acción de gracia, envió una advertencia a los funcionarios que lo escuchaban. Tenemos que tomarnos en serio las parálisis de nuestro pueblo, hay parálisis que no se pueden procrastinar. Su postergación en nombre de un futuro prometedor generarían consecuencias nefastas por irreversibles en la vida de las personas y de toda la sociedad, un precio muy alto a pagar que no nos podemos permitir”, manifestó y mencionó como ejemplos la malnutrición en la primera infancia, la falta de escolarización y accesibilidad a los servicios de salud, y la “incapacidad de los ancianos y los jubilados para sostenerse con dignidad”.

Tras eso, indicó que es importante sentir “la mirada fuerte de Jesús” que interpela y cuestiona sobre la “insensibilidad” con los más desprotegidos. Luego, García Cuerva pidió que cada uno de los que estaban en la Catedral se preguntara qué estaba haciendo por los que sufren.

“¿Podremos mirarnos y responder esa pregunta sin echar culpas como adolescentes, sino desde la responsabilidad de hacernos cargo incluso si es necesario realizando una autocrítica madura que necesita escuchar nuestro pueblo?”, marcó y fue ahí cuando sentenció: “La gente esta haciendo un esfuerzo muy grande, nos no podemos hacernos los tontos, hay que acompañar con hechos y no solo con palabras ese enorme esfuerzo. Por eso siguen doliendo las acciones de la dirigencia, divorciadas de la ciudadanía de a pie, como los tan comentados autoaumentos de sueldos”.

Monseñor citó también al papa Francisco y recordó sus palabras de hace unos días, cuando pidió que la grieta en el país se termine pero no con “silencios y complicidades”, sino con miradas a los ojos y reconocimiento de los errores.

“El papa Francisco invitaba también al mundo a una alianza social para la esperanza, que sea inclusiva y no ideológica. Deberemos desterrar la doble vara. Nos expresamos desde el prisma partidista que nos empaña, nos obnubila y nos hace injustos. A veces terminamos defendiendo lo indefendible. No es lo mismo unirse, que confabular; forjar la cultura del encuentro, que ser cómplice del mal con el solo ánimo de destruir al otro; pensar estrategias para que al otro le vaya mal creyendo que cuando peor, mejor”, comentó.

Acto seguido, marcó que ese tipo de actitudes “carcomen los cimientos de la Patria” e impide a la Argentina ponerse de pie. “Todo lo que amamos se puede destruir con el odio, ya que priva al cuerpo social de las defensas contra la desintegración y la fragmentación social, rédito para los saqueadores de turno, y nos hace incapaces para pensarnos como Nación”, sostuvo.

Siempre bajo esa postura, García Cuerva indicó que “hay pocas cosas que socavan más que el hábito de odiar”, y en la parte final de sus palabras expresó: “En el Tedeum queremos comprometernos delante de Dios a generar todas las acciones de gobierno posibles y las políticas públicas necesarias para que la acción de gracia no quede encerrada en la Catedral y congelada en este día, sino que continúe en las calles y en la vida de  todos los argentinos que se descubren sanados en su dignidad, esperanzados en el futuro de hijos y nietos, hermanados en la unidad nacional, reconstruyendo la Patria, nuestra Argentina, que tanto amamos y a la vez tanto nos duele”.


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